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Un estudio de la UEx ofrece un recorrido histórico por las esculturas funerarias contemporáneas más destacadas de Extremadura

  • En los camposantos extremeños destacan algunos ejemplos notables dignos de estudio y equiparables por su calidad al resto de la producción nacional

27/10/2025. Durante muchos siglos las iglesias y su entorno fueron los únicos espacios para enterrar a los muertos, lo que suponía que los cementerios estuvieran dentro de las ciudades. A causa de la falta de higiene y la situación insalubre que se daba era imprescindible proyectar cementerios extramuros. En estos nuevos camposantos se reprodujeron los distintos estamentos sociales gracias a la construcción de panteones y tumbas que reflejaban el rango y el prestigio del que habían gozado en vida sus moradores.

En el ámbito extremeño, la comunidad cuenta con un grupo destacado de obras funerarias firmadas por importantes autores del siglo XX equiparables por su calidad al resto de la producción nacional. Es por ello que el profesor de Historia del Arte de la UEx, Moisés Bazán de Huerta, recupera este género poco estudiado y plasma un recorrido selectivo por esculturas funerarias contemporáneas en Extremadura.

Para el investigador, en Extremadura para expresar el estatus o la distinción se tendía a la construcción de panteones más que a la escultura individualizada. “Y si no hay demasiada escultura funeraria en la zona es también porque la sociedad que la sostiene no posee el grado de desarrollo de otras regiones, ni cuenta con una clase burguesa especialmente solvente”, añade el profesor de la UEx.

A pesar de ello, cabe distinguir obras funerarias importantes de artistas como José Frápolli, Josep Llimona, Eulogio Blasco, Juan de Ávalos, Gabino Amaya o Enrique Pérez Comendador. Ejemplo de todo ello son las obras que se encuentran en distintos cementerios de nuestra región, como el de Badajoz, donde, explica el profesor Bazán, “hay una obra destacada, el mausoleo de Reinerio Marcos Hiarte, fallecido a la temprana edad de 21 años. Esta tumba sobresale por ser una impactante combinación integrada de arquitectura y escultura”.

En el camposanto de Cáceres el investigador señala el panteón de la familia Berjano. Es una hermética y potente estructura troncopiramidal, que simbólicamente afianza la idea de solidez y estabilidad, con un valioso relieve en bronce del catalán Josep Llimona, aclara el profesor.

Por su parte, en el cementerio de la capital autonómica una figura relevante protagoniza el ámbito escultórico. Juan de Ávalos alcanzó una gran proyección nacional e internacional en la segunda mitad del siglo XX, gracias al mausoleo de los Amantes de Teruel o la intervención escultórica en el Valle de los Caídos. Derivada de ese contexto, en su tumba familiar erige una estimable Piedad en piedra.

En el sur de Badajoz sobresalen las obras del escultor Gabino Amaya. En 1926 aborda un primer gran encargo funerario para la capilla-panteón de Hilario Molina y la Familia Spínola en el camposanto de Azuaga. Por su parte en el cementerio de Granja de Torrehermosa descansa un Cristo yacente realizado en 1958 para la familia de su esposa, Emilia Gala Llera.

Por último, finaliza el profesor Bazán, “terminamos el recorrido con la tumba personal de Enrique Pérez Comendador en Hervás, que muestra un grupo en bronce con el Santo Entierro”.

Referencia bibliográfica: Bazán, M. (2025). “Escultura funeraria contemporánea en Extremadura”, Arte, Individuo y Sociedad, 37(3), 649-663. https://dx.doi.org/10.5209/aris.101926

Fuente: Servicio de Difusión de la Cultura científica