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Una tesis recupera la historia de las enseñanzas artísticas en Extremadura

2 de enero de 2020

El trabajo del investigador Enrique Meléndez reconoce la labor de los profesores en la construcción de la identidad del arte extremeño

 

02/01/2020. El investigador del Departamento de Arte y Ciencias del Territorio, Enrique Meléndez Galán, ha querido recuperar en su tesis doctoral el pasado educativo artístico de la región a través del recuerdo de sus escuelas, maestros, alumnos y colecciones. El trabajo titulado “Las enseñanzas artísticas en Extremadura: historia, personajes, ambientes y actualidad” ha sido dirigida por el profesor Vicente Méndez Hernán.

El atraso educativo e industrial, la ruralización y pobreza de la sociedad extremeña, condicionó el crecimiento de estos centros educativos en las ciudades de Badajoz, Mérida o Cáceres. No obstante, en todas prevalecía un profesorado que luchó por el desarrollo de estos espacios que se convirtieron, más que en lugares de trabajo, en auténticos hogares. El estudio abarca desde la Edad Moderna, que aglutina el final de los gremios y el comienzo de las Academias, hasta las nuevas corrientes educativas propias de la Edad Contemporánea, como el movimiento Arts and Crafts o Bauhaus. Ya centrándose en la región extremeña, comienza en la primera mitad del siglo XIX, con el surgimiento de las Escuelas de Dibujo, hasta la actualidad.

Las enseñanzas artísticas en Extremadura

La tesis ha tratado de analizar las relaciones que se establecieron entre las Escuelas de Arte, sus profesores y los vínculos que mantenían con las ciudades donde estaban establecidas.

Actualmente, Extremadura cuenta con varias Escuelas de Arte, siendo quizás la más importante por su oficialidad, la de Mérida. Por antigüedad y raigambre social destacan la de Adelardo Covarsí de Badajoz y la de Eulogio Blasco de Cáceres. Sobresalen también otras ubicadas en distintas poblaciones extremeñas como la Bufón Calabacillas de Coria o la Rodrigo Alemán de Plasencia.

La mala financiación fue un elemento común en todos los centros educativos extremeños. Estas enseñanzas nacieron al amparo de instituciones como las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País, los Liceos o los Círculos de Artesanos, “entidades de recursos muy limitados pero con una conciencia social muy desarrollada, que permitió regar esa semilla que luego recogieron Ayuntamientos y Diputaciones”, subraya el autor de la tesis. “Desgraciadamente, aunque tenían esa “oficialidad” y ese amparo de los organismos gubernamentales también sufrían mucho cuando las épocas económicas no eran buenas. Provocaba que el arte, por lo general olvidado cuando no denostado directamente, fuera de los primeros lugares en los que recortar” explica Meléndez. En varias ocasiones fueron los propios profesores los encargados de pagar las facturas de sus bolsillos para evitar cortes de luz o agua, o incluso ponían dinero para que los alumnos más pobres pudieran tener materiales.

Si bien en las zonas más industrializadas como País Vasco o Cataluña, las Escuelas de Arte surgieron de la necesidad de formar mano de obra más especializada, en Extremadura hubo un mal entendimiento de esa causa efecto y se pensó que, a través de la educación y de estos centros, se llegaría a la industrialización. Es por ello que algunos centros como la Escuela de Artes Industriales de Cáceres de 1908 o la de Artes y Oficios de Badajoz de la última década del XIX, no sobrevivieron más que unos pocos años.

Un aspecto ligado siempre a los centros extremeños es la adaptación a las realidades sociales y económicas, lo que explica muchas veces las asignaturas de agricultura y ganadería encontraran su lugar en los programas de estudios junto a la escultura y la pintura. “Al fin y al cabo, escuelas como la Elemental de Trabajo y Capataces Agrícolas de Cáceres, surgida en los años treinta tras la transformación de la exitosa Escuela de Artes y Oficios es fiel reflejo de ese sustrato agrario que siempre ha tenido esta región. Ese elemento de adaptación, común en toda España, es el que hace que según la localización haya una Escuela de Armería en Éibar o la de Capataces Agrícolas en Cáceres”, declara el autor del estudio, Enrique Meléndez.

La mayoría de los profesores de los centros estudiados pasaron por las principales Academias españolas como San Fernando en Madrid, San Carlos en Valencia o Santa Isabel de Hungría en Sevilla. La metodología era muy tradicional, basada en la copia de láminas, de relieves o de esculturas. No obstante, artistas como Adelardo Covarsí ya en las primeras décadas del XX introdujo renovaciones, aportando más teoría y una profundidad que buscaban alejar al alumno de la mera reproducción. Pero habría que esperar hasta las últimas décadas del siglo XX para observar métodos educativos más audaces como los de Guillermo Silveira, que iba más allá y apostaba por una enseñanza menos encorsetada.

Hoy en día existe un equilibrio: sin olvidar la tradición y una formación básica de corte académica, se hacen incursiones más arriesgadas y alejadas de la figuración. Apuestan por potenciar lenguajes más personales, aunque siempre de una forma correcta y guiada por los profesores de los centros.