Un congreso sobre la censura cultural en el franquismo reúne a los protagonistas de la época

Este congreso, que se celebra en la Facultad de Formación del Profesorado, profundiza en las revisiones censoras que se ejercían sobre la literatura infantil y juvenil
07/10/2019. El Grupo de Investigación en Literatura Infantil y Juvenil de la Facultad de Formación del Profesorado ha organizado en el centro el “Congreso Internacional La Censura Cultural en el franquismo”. Los profesores Ramón Tena Fernández y José Soto Vázquez dirigen estas jornadas que han reunido a los protagonistas de esta época en las diferentes facetas: en el área de ilustración, ha intervenido Andrés Rábago, que firma las viñetas del El País como El Roto, pero que durante los años setenta y ochenta utilizaba el pseudónimo OPS; de prensa, ha participado Víctor Márquez Reviriego, redactor jefe del Semanario Triunfo y del movimiento feminista ha asistido Lidia Falcón, presidenta del Partido Feminista de España, entre otros.
“Los censores hacían su trabajo de manera completamente anónima, con pseudónimos, y a día de hoy no podemos ni poner nombre a esas personas. Eso denota todo el camino que queda aún por hacer” explica Ramón Tena sobre los motivos por los que se ha organizado este Congreso.
En la investigación que llevan a cabo, han tratado de rescatar las obras prohibidas, las tachaduras, imágenes… todo lo que los censores intentaron suprimir. Además, en la medida de lo posible, han contactado tanto con la editorial como con los autores que publicaron ese contenido para ofrecer una panorámica completa: la del autor, la de la editorial y la del censor. “El cierre de esa investigación hemos intentado que lo expongan quienes vivieron la censura, los autores, en este Congreso” señala Tena.
La censura en la literatura infantil y juvenil
La tarde del Congreso se ha dedicado casi en su totalidad a la literatura infantil y juvenil. Así, se ha obtenido una comparativa en los aspectos que llamaban la atención a los censores si el público era adulto o si era público infantil y juvenil. La mirada es completamente diferente.
“La revisión es incluso mayor. Para que nos hagamos una idea, en 1966 existe una nueva ley de Prensa e Imprenta en la que se dice que la censura ya es de carácter voluntario. Los autores de libros para adultos tenían la opción de dar o no la obra a la censura. Pero en la literatura infantil y juvenil la censura siempre fue de consulta obligatoria. Los de adultos podían escoger, pero los autores de infantil y juvenil no” resume el director del Congreso.
Cuando surge esta nueva ley de Prensa e Imprenta, se endurece aún más la revisión porque se crea un estatuto específico: el Estatuto de Publicaciones Infantiles que revista todo su contenido. En las publicaciones para adultos, no existía ni siquiera un reglamento. En cambio, en las publicaciones infantiles fueron apareciendo varios reglamentos y manuales en la que se dan una serie de conceptos que eran los que se evaluaban y, dentro de ellos, los ítems de revisión.
La censura también variaba en función del sexo del lector. Se priorizaban unos contenidos u otros dependiendo de si la lectura iba destinada a un niño o una niña. Lo que más obsesionaba era el contenido moral. Intentaban, según palabras censoras, que “España se convirtiera en la reserva moral de occidente”, querían dar una visión de ejemplaridad a nivel europeo. La clave estaba en el contenido moral, porque la moral es una simbiosis perfecta entre la política y la religión.
La niña debía ser el ángel del hogar. Había manuales en los que se señalaba cómo se tenía que educar, comportar, la actitud que tenía que tener ante la vida, donde imperaba la conducta de acato y sumisión. En el caso de los varones, la situación era la contraria: debían ser valerosos, valientes y protectores del ámbito familiar.
Los 600 informes que ha revisado el Grupo de Investigación en Literatura Infantil y Juvenil de la Universidad de Extremadura avalan que en la literatura infantil y juvenil es donde se concentra el grueso de las revisiones censoras.