La fiebre hemorrágica Crimea-Congo, ¿nueva enfermedad emergente en España?
Miguel Ángel Habela es el investigador de la UEx que ha hallado las garrapatas del género Hyalomma lusitanicum en Extremadura con ADN del virus de la fiebre hemorrágica. Para este investigador, son necesarios estudios epidemiológicos que confirmen si estas garrapatas están capacitadas para transmitir el virus y nos ayuden a conocer el alcance de la infección
21/09/2016. Hace unas semanas salía a la luz la noticia del fallecimiento de una persona contagiada por el virus de la Fiebre Hemorrágica Crimea-Congo debido a la picadura de una garrapata. El Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III confirmaba, poco después, la presencia del ADN del virus en 27 garrapatas de las cerca de 1000 que había analizado. Esto significa una prevalencia entorno al 2,7%, en las muestras que desde el año 2010, han enviado regularmente investigadores de la Facultad de Veterinaria de la UEx al citado centro.
Miguel Ángel Habela Martínez Estéllez es experto en parasitología animal. Su trayectoria investigadora se ha centrado en el estudio de la garrapata y de las enfermedades que transmiten a los animales, comenzando por su tesis doctoral que versó sobre la Babesiosis ovina, una enfermedad protozoaria transmitida por garrapatas que afecta exclusivamente al ganado ovino.
Este investigador, junto con miembros del equipo de investigación PARASITOEX, recogieron en 2010 un muestro de 117 garrapatas del género Hyalomma lusitanicum procedentes de 28 ciervos adultos en la provincia de Cáceres. El Centro Nacional de Microbiología confirmó que el ADN de las garrapatas infectadas detectado en 2 de los 12 pools generados, contenía un 98% de similitud genética con secuencias de este virus halladas en Senegal, Sudán y Mauritania. A partir de ahí, los investigadores han hecho llegar al Centro Nacional de Microbiología cerca de 1000 muestras de garrapatas Hyalomma lusitanicum, que han recogido de especies cinegéticas en la zona de la Ribera del Tajo, entre Cedillo y Herrera de Alcántara. En estas últimas además se detecta en 2011 otra variante genética del virus, dentro también del grupo III (existen 6 genogrupos según segmento S del genoma del virus) que se corresponde con las descritas en República Centro Africana, Burkina Fasso y Nigeria. Se desconoce la patogenicidad del virus presente en nuestra Región.
Estudios científicos relacionan la transmisión del virus con garrapatas del género Hyalomma que son las que en concreto actúan como vectores. El contagio al hombre se produce por picadura de garrapata, contacto directo con sangre, fluidos o tejidos de animales o personas infectadas.
Tradicionalmente, el principal vector reconocido como transmisor del virus de la fiebre hemorrágica en Euroasia y el Norte de África es la garrapata perteneciente a la especie Hyalomma marginatum marginatum, bastante común en la cuenca mediterránea. Sin embargo, el virus ha sido detectado en una garrapata muy propia de Extremadura: Hyalomma lusitanicum, circunscrita al centro y sur peninsular y a la cual no se la había relacionado, hasta ahora, con este virus.
Necesidad de estudios epidemiológicos para conocer el alcance de la infección
Según Miguel Ángel Habela, es necesario llevar a cabo más investigaciones y realizar estudios completos de epidemiología, porque los datos que disponemos hasta ahora son insuficientes y arrojan muchas incógnitas que hay que despejar. “Estos estudios nos permitirían conocer primero, qué especies de garrapatas en la Península Ibérica contienen ADN del virus de la fiebre hemorrágica. En segundo lugar, confirmar si a su vez estos vectores tienen la capacidad para transmitir el virus. A continuación, determinar el papel de la fauna salvaje y su interacción con animales domésticos y humanos en la epidemiología del proceso. Y por último, confirmar si tanto los animales salvajes como los domésticos y los humanos infectados con estos genogrupos desarrollan la enfermedad, generan viremia y/o anticuerpos”, apunta Habela. “Tenemos que saber, por ejemplo, si los ciervos y otros mamíferos silvestres o domésticos son meros portadores o reservorios de las garrapatas infectadas, del virus y/o padecen la enfermedad. Son necesarios chequeos epidemiológicos y serológicos que ayuden a conocer el alcance del problema y, en su caso, a tomar las medidas oportunas”, afirma el investigador de la UEx.
Por ahora no está confirmado que la especie Hyalomma lusitanicum tenga capacidad de expandir el virus a otras zonas, tal como subraya Miguel Ángel Habela, que añade que teniendo en cuenta la similitud con las variantes genéticas africanas, la hipótesis de la llegada del virus con otras especies de garrapatas a través de las aves migratorias procedentes del Norte de África para después establecerse en las autóctonas, puede ser válida. Pero también puede ser acertada la hipótesis de que nuestras variantes víricas sean ancestrales patógenas o no, y que hasta ahora no hayan sido detectadas.
Las garrapatas y los mosquitos son dos de los vectores más importantes de transmisión de enfermedades en la naturaleza. Miguel Ángel Habela lamenta que no se apoye lo suficiente la investigación de patógenos, ya sean bacterias, protozoos o virus en la fauna silvestre, partiendo de la premisa de que la fauna silvestre, los animales domésticos y los seres humanos interactúan y pueden llegar a compartir patógenos.
Tipos de transmisiones de patógenos en garrapatas
De acuerdo con Miguel Ángel Habela, para comprender el alcance e impacto de la transmisión de cualquier patógeno, por ejemplo un virus por la garrapata es importante tener en cuenta su ciclo biológico y el número de hospedadores sobre los que se alimentan para poder completarlo.
En general, cuando la hembra de estos ectoparásitos hematófagos es fecundada por el macho comienza a ingerir sangre y adquiere el tamaño de aproximadamente un garbanzo. Cuando está saciada se desprende del animal hospedador y cae al suelo donde inicia la puesta de huevos. Si las condiciones ambientales son favorables – temperaturas suaves y humedad – las larvas eclosionan de los huevos, y una vez alimentadas y saciadas mudan a ninfas. De la misma manera ocurrirá con estas y finalmente con los adultos originados de la muda de las ninfas, concluyendo de este modo el ciclo, el cual puede tener una duración variable dependiendo de la especie en cuestión y condiciones climáticas.
Este ciclo biológico puede tener lugar sobre un solo hospedador, como en ciertas especies de garrapatas del sur de España e Islas Baleares. Pero puede ser que la garrapata necesite dos o tres hospedadores para completar su ciclo. Así, la garrapata del género Hyalomma marginatum, reconocida por transmitir el virus de la fiebre hemorrágica, aunque en Extremadura no se analizado todavía si esta garrapata contiene ADN del virus, necesita dos hospedadores en su ciclo. Las larvas y las ninfas se alimentan sobre aves – de ahí que se postulen como introductoras del virus en nuestro país a través de migratorias – y los adultos sobre mamíferos superiores. Esta garrapata tiene una estacionalidad muy marcada, aparece durante la primavera y prácticamente desaparece al terminar el verano. Ahora mismo en el campo extremeño no es fácil encontrar esta garrapata.
Por su parte, la garrapata propia de la región extremeña, Hyalomma lusitanicum requiere de tres hospedadores para completar su ciclo. Las larvas y ninfas se alimentan sobre dos micromamíferos distintos – en particular, conejos – y los adultos sobre mamíferos superiores salvajes (ciervos, jabalíes) e incluso domésticos. Esta garrapata tiene dos máximos de actividad biológica, al final de la primavera uno y otro que coincide precisamente con el otoño. En estas fechas hay, por tanto, cierto riesgo. “Lo que no se ha comprobado todavía es si, a pesar de haber sido detectado el ADN del virus de la fiebre hemorrágica en esta especie en Extremadura, estas garrapatas están capacitadas para trasmitir el virus”, subraya Habela.
Para comprender el alcance e impacto de transmisión de patógenos por las garrapatas, es importante saber también si el tipo de transmisión es transovárica o transestadial. Si es transovárica, el patógeno invade el ovario de la hembra de la garrapata y los huevos se infectan. “De esta manera, generaciones venideras de garrapatas mantienen un patógeno en el medio durante decenios”, explica Miguel Ángel Habela. En el caso de la transmisión transestadial, ésta requiere la alimentación de las formas juveniles (larva, ninfa) de la garrapata en animales infectados, para que transmitan los siguientes estadios biológicos (ninfas o adultos), pero siempre de una misma generación.
“No todos los individuos infestados por una garrapata desarrollan enfermedades, pues no todas las garrapatas están infectadas por patógenos (en realidad un bajo porcentaje de ellas), y en caso de enfermar no lo hacen con la misma intensidad. La FHCC a veces sólo cursa con síntomas pseudogripales sin llegar a fase hemorrágica, en caso de picaduras por garrapatas y clínica compatible conviene hacer diagnóstico diferencial con otras enfermedades muy frecuentes en nuestro entorno y también transmitidas por garrapatas como la fiebre botonosa mediterránea, fiebre Q y también con otras menos frecuentes como borreliosis, babesiosis o la encefalitis vírica”, matiza Habela.
Qué hacer ante la picadura de una garrapata
Ante una picadura de garrapata es recomendable llevar el parásito incluido en alcohol a un laboratorio especializado para su identificación y posible asociación con determinados patógenos. A partir de ahí, hay estar pendientes durante aproximadamente 15 días de la aparición injustificada de un posible aumento de fiebre o síntomas gripales. Nunca hay que tratar de matar la garrapata echando gasoil, aceites, esmalte uñas, etc. ni quemar, ni tratar de arrancarla con los dedos porque podemos aplastarle las glándulas salivares y de este modo inocular patógenos, en caso de estar infectada. Lo correcto es extraerla con unas pinzas finas, tomando la garrapata cuanto más adelante (capitulo, falsa cabeza) y más cerca de la piel mejor y posteriormente realizar una suave tracción y a continuación una torsión, o acudir en la mayor brevedad a un centro de salud cercano.