La rehabilitación de la Sierra de Gata tras el incendio, modelo para un nuevo sistema de gestión agroforestal
La Universidad de Extremadura supervisa las actuaciones de emergencia en la Sierra de Gata. Los investigadores de la UEx proponen para la restauración de la zona el diseño de un paisaje con estructura de mosaico, que incluya zonas de explotación maderera, de cultivo y de pastoreo.
21/10/2015. Dos meses después del incendio en Sierra de Gata que arrasó 7.833 hectáreas, las actuaciones de emergencia iniciadas en septiembre avanzan progresivamente con el objetivo de emprender la rehabilitación de la zona durante 2016.
Decidir cuáles debe ser estas actuaciones inmediatas y garantizar su correcta realización aseguran el éxito de la restauración y sostenibilidad futura del terreno. Con este doble objetivo, ha nacido el convenio marco en materia de prevención de incendios y gestión forestal entre la Consejería de Medio Ambiente y Rural, Políticas Agrarias y Territorio de la Junta de Extremadura y la Universidad de Extremadura. La coordinación técnica del convenio la lleva a cabo Fernando Pulido, profesor en Ingeniería Forestal y del Medio Natural y miembro del Instituto de Investigación de la Dehesa, INDEHESA.
Para Fernando Pulido, el principal objetivo de este convenio y de futuras colaboraciones con la Junta de Extremadura es sentar las bases de una política de gestión agroforestal innovadora.
La Universidad de Extremadura supervisa las actuaciones de emergencia en la Sierra de Gata
Esta colaboración institucional comprende una primera fase de medidas de emergencia tras el incendio que está previsto que termine en el mes de noviembre o como muy tarde a finales de este año. En esta etapa, la UEx está realizando una labor de seguimiento y asesoramiento a las empresas que la Junta de Extremadura ha contratado para ejecutar estas medidas en limpieza de cauces, extracción de la madera e instalación de medidas contra la erosión.
El equipo de expertos de UEx está formado por profesionales en el ámbito de la hidrología, la erosión edafología y regeneración forestal. Dos técnicos contratados sobre el terreno se suman a este grupo con la función de supervisar el trabajo de las empresas siguiendo el principio de precaución de manera que cualquier incidencia la consultan también con los investigadores de la UEx. Las pautas generales y específicas de actuación recomendadas por el equipo de seguimiento se recogen en un Manual para las empresas elaborado por los profesores.
La acción sobre el terreno depende del tipo de superficie quemada. “En el caso de las zonas de matorral caracterizadas por terrenos con mucha pendiente donde no hay cultivos ni producción maderera, buscamos una regeneración natural sin mucha intervención”, explica Pulido. Estas superficies de matorral constituyen el 60% de las zonas donde se realizan las actuaciones posteriores al incendio.
En los cauces de los ríos y afluentes, las medidas van dirigidas a prevenir y contener la erosión y reducir el arrastre de materiales por el agua y la contaminación, “el chapapote”, con la construcción de diques de piedra. Esto último es competencia de la Confederación Hidrográfica del Tajo.
Pero es en las zonas de pinar donde se concentra el esfuerzo. Los pinares de pino resinero suponen el 25% del área quemada y se sitúan en su mayoría en zonas de pendiente media y baja. Hay que retirar la madera quemada en el monte, pero esta limpieza se realiza tras un estudio previo detallado en el Plan de Prevención de la Erosión. “La finalidad de este plan no es otra que definir las condiciones que minimicen los daños y eviten mayores pérdidas de suelo”, matiza el investigador extremeño. Así por ejemplo, “se utiliza parte de los troncos para contener la erosión a través de empalizadas en los cauces, se construyen lomos de tierra o acaballonados con zanjas en el suelo que impiden el arrastre de materiales y, por último, en zonas de pendiente, se trabaja de forma manual y no entra la maquinaria”, añade Pulido.
El abandono del monte, causa subyacente detrás de los incendios
El Instituto de Investigación INDEHESA propone soluciones innovadoras aplicables en la segunda fase de recuperación de la zona a partir del año que viene. Estos expertos reclaman un mayor margen de maniobra para innovar y diseñar de manera diferente el territorio. Son partidarios de prevenir el fuego de forma estructural, o en otras palabras, diseñar la estructura del paisaje de forma que impida los grandes incendios gracias a auténticos cortafuegos naturales.
“Los incendios tienen lugar por un motivo subyacente: el abandono del monte”, subraya Fernando Pulido. La pérdida de la actividad agrícola y ganadera en zonas de montaña genera mucho combustible debido a la existencia de grandes superficies de vegetación densa y continua. Es por ello que los investigadores proponen romper esta continuidad de manchas de vegetación densa y que el paisaje adopte una estructura de mosaico. Es decir, diversificar el paisaje de manera que incluya zonas de explotación maderera, de cultivo y de pastoreo. La heterogeneidad del paisaje tiene una ventaja muy clara, evita la propagación de incendios y éstos son más pequeños.
El interés es, por tanto, obvio. Las zonas de cultivo pastoreo no arden o lo hacen muy lentamente. Son auténticos “cortafuegos productivos” porque impiden la propagación del incendio. De ahí la importancia, insiste Fernando Pulido, de cambiar el paisaje para que adopte una estructura de mosaico con zonas ganaderas, de cultivo y forestales.
Así, la alternativa a una mancha densa de pinares puede ser un castañar con árboles más separados o una zona de pastoreo de cabras. “El interés maderero no debe ser el exclusivo, es recomendable potenciar otros cultivos como viñedos o árboles frutales, o simplemente zonas de matorral. Los suelos pobres de esta zona no admiten tanto arbolado. Son terrenos que se han quemado tantas veces que solo soportan árboles en densidades muy bajas debido a la escasez de agua y nutrientes”, matiza Pulido.
Hay que tener en cuenta, además, según explica Pulido, que gran parte de la superficie quemada no necesita repoblación, hay un 60% de población vegetal que se está regenerado de manera natural. La restauración no tiene porqué requerir de manera generalizada la plantación de ninguna especie arbórea.
Es necesario un nuevo modelo de gestión agroforestal
Los investigadores de la UEx demandan más fondos y recursos para crear zonas de vegetación discontinua. Para lograr todo esto, es fundamental realizar un diagnóstico del territorio que incluya la participación de la población local, así como, de los agricultores y ganaderos. Es por ello que en la web institucional, http://www.incendiogata-institucional.es/ , creada a partir del convenio con la Universidad de Extremadura, hay disponible un buzón de sugerencias para promover la participación social y conocer, así, la opinión de la comarca y su disposición.
Una gestión responsable del territorio debe incluir incentivos para formar a nuevos ganaderos, y prever, como ya se hace en algunas comunidades autónomas, un pastoreo dirigido y estratégico en la prevención de incendios porque el desbroce del monte por las cabras hace disminuir la vegetación densa.
Hay que tener en cuenta, asimismo, que el cambio climático junto con la creciente aridez del clima y el cambio en el uso del suelo conforman un claro detonante de los incendios. La gestión forestal debe así promover el diseño de un paisaje en mosaicos, heterogéneo que respete la vegetación natural y la calidad del suelo. Y como subraya Fernando Pulido, es conveniente una estrategia comarcal, participativa que incluya una gestión del territorio integral, no exclusivamente turística, por ejemplo. La política agroforestal, económica y turística deben ir coordinadas. “Lo que interesa es promover sistemas multifuncionales y multiproductivos, y no exclusivamente madereros, ganaderos o agrícolas. Está demostrado que esta diversificación es la manera más eficiente de gestionar un territorio”.
“El error fundamental ha sido dejar en las últimas décadas que el territorio en zonas de montaña pierda la estructura en mosaico, la diversificación de usos y que se haya centrado en la explotación maderera y turística”, afirma Pulido. Los aspectos agroganaderos se han abandonado y este el problema de fondo que hay que abordar: el abandono de la actividad en zonas de montaña, no solo en Gata sino también en Las Hurdes, Ambroz, Villuercas y Tentudía. “El monte se quema porque no hay actividades vinculadas a él”.
El objetivo de INDEHESA es precisamente promover y fomentar este modelo de gestión agroforestal en Extremadura, aplicable también a sistemas como la dehesa. El incendio de la Sierra de Gata puede ser así el “detonante” para este cambio, y servirá como experiencia previa extensiva a muchos territorios de dentro y fuera de Extremadura.