Franco dominó con maestría su proyección pública
El curso de verano que dirige el profesor Enrique Moradiellos revisa desde diferentes perspectivas la figura del dictador en el 40 aniversario de su fallecimiento
13/07/2015. El grupo de investigación sobre el Franquismo de la Universidad de Extremadura se ha propuesto a través del curso de verano “Las caras de Franco: revisión histórica del Caudillo y su régimen a los 40 años de su muerte” volver a mirar historiográficamente el personaje de Francisco Franco.
El programa ha recogido once conferencias, la proyección de noticiarios cinematográficos y distintos debates para hacer un recorrido por la figura pública del que fue Caudillo de España, Generalísimo de los Ejércitos, Jefe Nacional del Partido Único y Cruzado de la Fe de Cristo. Durante tres días, del 8 al 10 de julio, cinco universidades españolas y extranjeras y el Archivo de la Guerra Civil de Salamanca han participado en las jornadas para vislumbrar, cómo la maquinaria propagandística y de prensa que acompañó a Franco durante la Dictadura, supo adaptar el discurso a lo largo del tiempo para conformar el imaginario colectivo deseado.
El director del curso y catedrático de Historia Contemporánea de la UEx, Enrique Moradiellos, explica que el General Franco se diferenció como gobernante por dos características “fue uno de los más longevos de toda la Historia Moderna y Contemporánea, estuvo en el poder soberano durante casi 40 años durante el siglo XX y fue el que más poder concentro, infinitamente más que Reyes Absolutos como Felipe II o Fernando VII”.
Franco encarnaba el poder ejecutivo íntegro, el judicial, el legislativo, “nombraba al Consejo de Ministros, proponía y cesaba al presidente de las Cortes, al presidente del Gobierno. Era un verdadero poder constituyente y soberano” añade.
Las distintas caras
El curso de verano “Las caras de Franco” ha analizado esta figura política tan trascendente desde diferentes perspectivas: la construcción de su carisma mediático, religioso, militar o político y cómo permanecía en la memoria de los españoles. También se ha estudiado cómo llegaba su proyección en el extranjero y cómo se dibujaba en el imaginario antifranquista.
“Franco era una persona, pero su calidad de hombre político público tenía distintas facetas. No era lo mismo lo que se decía frente a la Iglesia que frente a los militares; frente a los políticos y falangistas que frente a las cancillerías exteriores o qué había que replicar para paliar la imagen demoniaca de tirano cruel que daba el exilio antifranquista” apunta Moradiellos.
La máquina propagandística en torno a Franco tenía una extraordinaria habilidad para adaptarse al público al que se dirigiese, “no era lo mismo aparecer vestido de Capitán General con la Cruz Laureada de San Fernando, máxima distinción de los militares españoles, que asistir a una concentración de falangistas donde hay que ir con la camisa azul y la boina roja, el uniforme, que entrar en una iglesia y recibir una unción por el Primado de España. Son distintos escenarios y distintas formas que se ven incluso en la indumentaria de Franco” cuenta el director del curso.
Esta modificación del retrato público de Franco, de su percepción por parte de la ciudadanía y los distintos estamentos, ha constituido el eje vertebral del programa de las jornadas.
Era un habilísimo político. “No se puede sostener una persona con tantísimo poder sin capacidades políticas. La idea de que el General Franco era un títere tonto, una especie de marioneta que hablaba no se sostiene historiográficamente. Puede ser útil para la campaña de propaganda antifranquissta y de nivel más que mediocre en torno a una tertulia” sentencia el profesor.
El imaginario colectivo
A lo largo del Régimen, el equipo que acompañó a Franco en las labores de prensa y propagandísticas supo adaptar de forma virtuosa la imagen del dictador a las distintas épocas. En 1939 se presentaba como el Caudillo de la Victoria, la dictadura era fruto de la institucionalización de una victoria militar. El retrato oficial del famoso fotógrafo Jalón Ángel, en el que Franco aparecía con una imagen que recordaba a los reyes absolutos (con capote, bastón de mando y borla) ocupó todas las dependencias oficiales y escuelas durante muchos años.
A lo largo del tiempo, su figura pue pasando por el Caudillo de la Prosperidad y de la Paz; el Caudillo de la Neutralidad que supo preservar a España de la Guerra Mundial y, ya en su última época, el Caudillo que ofrecía la protección paternal de un abuelo.
Las Oficinas de Prensa diseñaban, con consignas de obligado cumplimiento, los contenidos de los periódicos por ejemplo. Se cuidaba la imagen en las monedas, los cuadros de las dependencias, su proyección en los noticiarios cinematográficos, en la cartelería, en la radio y en la televisión. La prensa se concebía al servicio del Estado.
Para ello, había un grupo de periodistas pertenecientes a los falangistas o al núcleo católico entre los que destacaban nombres como Juan Pujol, director de los Diarios de Madrid y de la Prensa Católica; Joaquín Arrarás, periodista que había sido cronista de guerra en África; Millán Astray, fundador de la legión que se ocupó de las labores de prensa y propaganda; Jesús Pabón, catedrático de historia contemporánea con mucha capacidad para hablar idiomas extranjeros y encargado de recibir a los corresponsales y la plantilla del ABC.